Las mentiras del perfeccionismo

Las mentiras del perfeccionismo

Muchas de nosotras pensamos en que ser perfeccionistas nos ayuda a desempeñarnos bien en todas las áreas de nuestra vida y alcanzar las metas que nos proponemos.

Sin embargo, esto es una mentira, el perfeccionismo no sólo significa tener el deseo de ser mejor –lo cual no es malo–, sino nos hace ponernos estándares imposibles de alcanzar, criticarnos incansablemente cuando cometemos un error o sentir que no somos dignas de amor propio. 

Es así como el perfeccionismo es un obstáculo constante en nuestra felicidad que nos impide ver los retos o el fracaso como parte de nuestro aprendizaje y desarrollo personal, ocasionando ansiedad, depresión, desórdenes alimenticios y problemas en las relaciones humanas.

En su blog, Sharon Martin, una psicóloga que ha dedicado su carrera a ayudar a los perfeccionistas, nos da 5 verdades del perfeccionismo que nos ayudarán a dejar de buscarlo y aprender a aceptarnos a nosotras mismas:

  • No te hace más exitoso.

    El perfeccionismo no es lo mismo que la excelencia o la búsqueda sana por hacer las cosas lo mejor que puedas. Es un estándar difícil de alcanzar y una firme creencia que nuestro valor como personas depende de nuestra apariencia y logros.

    Puede ser mentalmente paralizante y tiende a afectar nuestra creatividad, ya que como buenos perfeccionistas lo que queremos es hacer las cosas bien, más que innovar, aprender o arriesgarnos.

    El perfeccionista además tiende a ponerse más y más metas que tiene que alcanzar con el mismo nivel de perfeccionismo, tendiendo a quedar exhausto en el proceso y generalmente tratándose con poco autocuidado.

    Aunque sí existen perfeccionistas exitosos, no quiere decir que el perfeccionismo es la clave del éxito.

  • No te hace más agradable.

    Muchos piensan que el perfeccionismo te ayudará a ser más aceptado o que te protegerá del rechazo o abandono. Sin embargo, suele pasar lo contrario, el perfeccionismo crea una distancia emocional que no permite conectar con otros.

    La verdadera conexión requiere de vulnerabilidad y la habilidad de compartir imperfecciones y errores. La mayoría de la gente no quiere una pareja que sea perfecta, quieren alguien auténtico, capaz de empatizar.

    El perfeccionismo es difícil de combinar con las relaciones humanas porque los perfeccionistas tienden a destinar todo su tiempo al trabajo, además de que suelen imponer su estándar y demandas sobre los demás.

  • Quita mucho tiempo.

    Muchos perfeccionistas destinan muchísimo tiempo en actividades como la limpieza y el orden, generalmente en su casa, o bien en ir al gimnasio para tener un cuerpo perfecto. Generalmente estas actividades no están relacionadas con sus valores, sino con el miedo a fallar.

    Muchos de ellos también son buenos procrastinando cualquier actividad en la que no sean capaces de obtener buenos resultados, aunque sea algo que disfruten.

  • Frecuentemente te hace sentir frustrado e inadecuado.

    Cuando esperas la perfección nunca estás satisfecho, ni con el desempeño, ni con la apariencia. Es así como los perfeccionistas solemos definirnos por nuestros errores y tendemos a vernos más imperfectos de lo que los demás nos ven, por lo que vivimos buscando validación externa. 

  • Ser perfecto no es posible, ni deseable.

    ¿Has pensado que si fueras perfecto no habría espacio para crecer o aprender? Así que no habría nada que te causara entusiasmo.


La vida de un perfeccionista suele ser agotadora, la buena noticia es que hay esperanza y se puede cambiar con autoconocimiento y autocompasión. Aunque sea una tarea difícil, muchas personas encuentran que cambiar pequeños aspectos, frecuentemente los más problemáticos, puede traer una gran mejora en la salud, felicidad y las relaciones.


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