Hace poco más de dos años empezó en China algo inimaginable. Leíamos en los periódicos lo que estaba sucediendo por allá pero, afortunadamente, pasaba lejos de aquí. Tal vez podíamos condolernos con su sufrimiento pero creo que hasta ahí llegaba nuestra empatía. Conforme el problema comenzó a acercarse a nosotros, la condolencia pasó a ser inquietud, preocupación y, de ahí, pasó al miedo.
Conforme el covid continuó avanzando fue invadiéndonos con una mezcla emociones difíciles como ansiedad, tristeza, confusión, incredulidad, enojo, frustración, añoranza, entre muchas otras más.
Nos llegó este inesperado tsunami viral que a algunas arrastró a dolorosas profundidades, mientras que otras prefirieron negarlo y, también, hay quienes lo tomaron como una mentira creada para manipularnos y someternos. Los seres humanos percibimos la vida y reaccionamos ante ella de maneras muy diferentes y eso ayuda a enriquecer la visión que nos vamos construyendo acerca de ésta. Pero, sin lugar a dudas, donde todas hemos coincidido, es que este desafortunado suceso nos desterró de nuestra zona de confort.
Una de las cosas que más me ha inquietado es encontrar una respuesta que le dé un propósito, un sentido, a la revolución por la que hemos transitado. Tal vez porque parte de mi filosofía de vida ha sido darle más importancia al “para qué” está sucediendo algo, que al “por qué” sucedió eso.
Muchas veces resulta más fácil dilucidar el “por qué” de algo, ya que viene del pasado y es cuestión de analizar objetiva, profunda y honestamente la historia hasta lograr entender de dónde viene lo acontecido. En el caso de la pandemia hay varias teorías de por qué sucedió. Que si es la mutación espontánea de un virus, si éste nos llegó a través de los murciélagos, si fue creado en un laboratorio y se les escapó, etc.
Considero que lo importante es aceptar que tenemos a este nuevo virus coexistiendo con nosotras, que llegó para quedarse y necesitamos aprender a convivir con él. Y si está aquí, evidentemente, es para algo, alguna razón debe tener su existencia y, con ella, todo lo que nos ha afectado.
Con el propósito de dilucidar el “para qué” de esta pandemia, es conveniente tomar distancia emocional, procurar ser objetivos, mantener una visión imparcial y construir un buen grado de paciencia para permitir que el tiempo termine de aclararnos su propósito. Pero mientras esto va sucediendo podemos elaborar algunas hipótesis que, después, necesitaremos ir comprobando.
Encontrar el sentido a esta vivencia es importante ya que nos ayudará a comprenderla, integrarla y trascenderla, en lugar de hacerla improductiva y permanecer sólo como víctimas de las circunstancias.
Como creyente de que el universo está siempre en continua evolución, pienso que todo lo que sucede tiene como fundamento el promover el desarrollo. Por esto, la primera teoría que se me ocurre del “para qué” estamos viviendo todo esto tiene que ver con… “subir el nivel de conciencia en los seres humanos”.
Para continuar con el análisis es conveniente elaborar un diagnóstico sencillo para al menos tener una ligera idea del escalón en que cada una estábamos paradas, antes de la llegada del Covid 19. Te invito a que vayamos haciéndolo juntas.
Para este diagnóstico voy a basarme en algo muy sencillo y que todos experimentamos, día a día, como es el observarnos desde la cuádruple realidad en la que vivimos.
Los seres humanos realizamos nuestra existencia en cuatro planos:
- 1El plano físico-material
- 2El plano emocional
- 3El plano mental
- 4El plano espiritual
Aquí conviene que vayamos haciendo una auto observación, análisis, reflexión y, subsecuentemente, una auto evaluación con honestidad.
En el plano físico-material algunos de los temas más importantes a profundizar son el estado de salud y nuestra economía. En cuanto a la salud deberemos revisar si prestábamos atención a nuestro cuerpo, lo nutríamos saludablemente, si le dábamos mantenimiento, disfrutábamos de él o lo padecíamos. Y acerca de nuestra economía ver si la teníamos resuelta, si éramos autosuficientes, si estábamos equilibradas entre lo que dábamos y recibíamos y si éramos capaces de materializar lo que deseábamos.
En el plano emocional debemos revisar si nos dejábamos llevar por los instintos, si nuestra respuesta emocional era mecánica e impulsiva, o si éramos capaces de tener respuestas emocionales adecuadas, congruentes y proporcionales a las circunstancias.
También es importante reflexionar sobre el tipo de emociones y sentimientos que, con mayor frecuencia, nos acompañaban. Eran sentimientos positivos que nos ayudaban a vivir con paz como la alegría, el entusiasmo, valor, amor, aceptación, fe y esperanza. O íbamos de la mano con emociones tóxicas como el enojo, resentimiento, culpa, vergüenza, pena, apatía, miedo, que nos llevaban a estar intranquilas y con angustia.
En el plano mental es conveniente que observemos si vivíamos con dudas, indecisiones, con creencias limitantes que absorbimos sin darnos cuenta, si teníamos pensamientos repetitivos y desbordados que nos impedían disfrutar y nos llevaban a estar revisando lo pasado o adelantándonos a un futuro inventado y atemorizante que nos despertaba la ansiedad. Evaluar si tomábamos decisiones adecuadas, si éramos creativas, imaginativas, qué tanto estábamos en el presente, conscientes del aquí y del ahora, si teníamos control de nuestra mente o era ésta quien nos manejaba.
En el nivel espiritual reflexionar si nos dábamos espacios para estar en contacto con nosotras mismas, si nos conocíamos en realidad y nos aceptábamos, si sabíamos qué nos entusiasma y ayuda a vivir la vida en plenitud o si sólo la estábamos gastando, revisar si vivíamos con fe en la vida y confianza en nosotras para resolver lo que ésta nos presentara, si nos amábamos plena e incondicionalmente a pesar de nuestras fallas, si nos sentíamos apartadas de los demás o sabíamos que formamos parte de una humanidad, donde cada una somos importantes y creamos un engranaje que debe desplegarse en conjunto y con lo mejor que cada quien podamos aportar.
Hacernos este breve diagnóstico y compararlo con otro autoanálisis de cómo estamos ahora en estos mismos temas, después de dos años de habernos sumergido en este tsunami, es un buen punto de partida para poder evaluar si el covid 19 ha logrado con éxito su misión en nosotras:
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Elevar el nivel de nuestra conciencia y, con esto, gratificarnos con sus valiosas consecuencias
”